Mi
primer día libre de 2014 llega el 12 de Enero, y una de mis prioridades en este
día es escribir para este blog… Y sé lo que quiero contar pero no puedo
hacerlo, así que me obligo a pensar en cómo contarlo y en, quizás, explicar
esta larga ausencia. Podría justificarme diciendo algunas cosas, pero no lo voy
a hacer. Simplemente he pasado una larga temporada en el purgatorio, y allí no
había conexión a internet.
Sólo
por recordarme a mí mismo qué hace un chico como yo en un sitio como éste, me digo que en
su momento quise que este blog sirviera de diario de ruta teatral: Una de las
cualidades de mi obra es que ha tenido destinos muy diferentes… Cuando pensé en
las personas que podrían estar interesadas en mi trabajo, me fui dando cuenta que
por las características de mis montajes nadie podría seguirme de una manera
real, y que quizás esta plataforma diera unidad a un planteamiento tan
disperso. Por otra parte, soy capaz de coleccionar y aglutinar toda clase de
información de casi cualquier cosa, y sin embargo soy incapaz de detenerme a guardar
mi propio material. Mi propia memoria me estimula poco, así que este blog me podría servir para conservar ese hilo conductor del cual no puedo prescindir. Sea como fuere ha pasado mucho tiempo desde la última vez, y no
tengo ni idea de cuando será la próxima, así que quizás debería dejar de dar
explicaciones y dedicarme a desarrollar de una vez lo que quiero contar, pero la mayor
parte de las cosas de las que me gustaría escribir no tienen cabida en este
espacio, aunque como en este espacio mando yo, lo mismo a partir de ahora tiene
cabida cualquier cosa…
Desde
finales de Noviembre no he tenido ni un día libre (ni siquiera las fiestas
señaladas), y no sólo estaba preparado para ello, sino que me he ocupado
concienzudamente de que las cosas fueran tal cual. Así que finalmente debo dar
gracias por haber conseguido sostener una agenda tan completa… De esta forma
tan ajetreada llegué a la noche de fin de año sin más coartada que mi propia
responsabilidad. La fiesta sería en casa pero mi único cometido sería formar
parte de ella. Advertí a mis compañeras de viaje que no tendría tiempo de hacer
absolutamente nada ni por ni para la fiesta. Con suerte, podría darme una
ducha, peinarme, y ponerme algo que me sentara bien para estar presentable. La
fiesta contaba con todos los ingredientes necesarios que necesita una fiesta:
gente que conoces y a la que quieres, gente que viene y gente que se va, gente
que es amiga de gente que conoces, gente que no conoces de nada y a la que
acabas conociendo, gente a la que no conoces de nada pero que apetece seguir conociendo y gente que ni conoces ni conocerás jamás… Claro, también
había comida, bebida, música, estimulantes, energía de año nuevo y ganas de pasarlo
bien… Pues, nada, a pasarlo bien…
Desde
que tengo memoria he utilizado la Noche Vieja para poner en práctica ciertos
rituales y manías que con el tiempo acabé sistematizando de forma casi obsesiva.
Este año me lo he pasado todo por la peineta, y mira tú, tan contento. Ni
propósitos de enmienda ni falta que hacen.
Me
da igual el año que se ha ido, aunque probablemente sea un año fundamental en
mi vida por razones que sólo el tiempo acabará confirmando. Por otro lado, del año
que entra no esperaba nada en particular, salvo seguir manteniendo el timón de
este barco que tripulo. Pero a pesar de tan poca expectativa la llegada del
2014 ha sido tan contundente que he terminado por tenerle respeto…
Novedades formales: Por
primera vez en mi vida me tomo las uvas escuchando las campanadas a todo
volumen por radio, en el equipo de música, porque la TDT decide no funcionar 15
minutos antes de las 12. Por cierto, es una experiencia que recomiendo
vivamente… Por la mañana, y después de mantener muchas bebidas frías a lo largo
de la noche, el frigorífico deja de funcionar y yo me acuerdo de “La rebelión
de los electrodomésticos” y me sonrío. Esta casa está llegando a su fin…
Con
escasas 4 horas de sueño me marcho a trabajar al teatro en un día 1 lluvioso y
gris que me sabe a gloria. También me sabe muy bien cruzarme ese mismo día 1, de
forma imprevista, al menos para mí, con “algo” que ha dinamitado por completo
la perspectiva de mi día a día, al menos por una semana...
Sin
quererlo, sin pretenderlo, sin desearlo y sin tenerlo en cuenta me cruzo con
una situación que me lleva directamente a un lugar emocional que había dado por
terminado hace años, a un tipo de espacio sentimental interior que había dado
por concluido. (Con esto no quiero decir que ninguna persona del pasado haya
vuelto y yo haya recuperado algo que creía terminado, para nada.) Hablo de una
manera de sentir que estoy vivo propia de una época que ya no existe. O que yo
creía que no existía… Como no me da la gana ser más explícito supongo que esto
debe quedar un poco como un rapto de misticismo extraño, pero es más concreto,
vulgar y cotidiano de lo que pueda parecer. Como dice la canción “Tu amor, con
fecha de enero…”.
De
cualquier forma lo que empezó el día 1, poniendo patas arriba y para bien todas mis previsiones de lo cotidiano, terminó de forma abrupta la tarde del día de reyes, que por
otra parte es mi día favorito del año. Adoro que haya un día dedicado a la
bacanal de los regalos… Lo que no entiendo es que un día tan luminoso y frívolo
quede completamente oscurecido por el mal gusto gratuito de los demás. Hay
gente capaz de darte el día de reyes sin ningún pudor.
Esa tarde la “realidad” de otro me abofetea la cara con una libertad que yo todavía no había permitido.
…Y
justo esa tarde me doy cuenta de que tengo 15 años, que soy vulnerable, y que
no me hace ninguna gracia. Entre otras cosas porque yo fui un adolescente
atormentado y bastante contento estoy de haber dejado atrás aquella etapa.
Como
me quedo sin recursos para entender el mundo tal y como se plantea ante mis
ojos, me lanzo a la calle a cometer unos cuantos errores de peso. Vamos, lo
normal. Me sumerjo en un laberinto retorcido, y en medio de ese laberinto
encuentro la clave de una historia que empecé a escribir en Almería cuando el
teatro Apolo era el lugar donde imaginaba estrenar todas las obras que
escribía.
Aquella
historia que en su momento, y por una alguna razón desconocida, se me atascó de
tal modo que hacía imposible terminarla, pero que tenía título, argumento,
reparto y que incluso tuvo una subvención, que terminé devolviendo al no ser
capaz de terminar el proyecto, encontró resolución en medio de la noche del día
6 de Enero del 2014, después de que alguien intentara convencerme de la bondad de la
redención a través del lamento, pero a costa de quien no necesita redimirse de
nada y mucho menos escuchar lamentos irresponsables…
Así
que ahora ya sé que la historia que nunca conseguí escribir será una historia
de invierno, ambientada en el día de reyes, en honor al gran hallazgo. En su
momento no sabía que me faltaban aún algunos años para saber cómo cerrar aquel libreto, pero intuía tantas cosas…
Ahora sólo tengo que ponerme a escribir, producir y representar una historia que me acompañaba desde hace mucho tiempo, y eso cae este año fijo. Seguramente nunca pasará por el teatro Apolo de Almería, pero llegará a otras salas… Y, ahora por fin, ya he cerrado el argumento. Tendrá el mismo título de antaño y cuento con la posibilidad de un reparto de ensueño. Tal y como está el patio será imposible conseguir una subvención, pero con la raza de algunas personas que me rodean tendré más potencial que el que pueda dar el dinero. Llegaremos tan lejos en nuestro viaje de creación que nos quedaremos exhaustos y con el corazón en carne viva, que es lo que realmente nos gusta. Haremos un viaje sin retorno y sin ninguna protección al epicentro de un tipo de dolor… A veces me pregunto qué hace la gente con su dolor, porque yo siempre he tenido al teatro para darle forma, para intentar comprenderlo, y por eso siempre he sido honesto con el teatro, porque todavía no me ha fallado. Y no estoy hablando de una relación basada en planteamientos terapéuticos… La terapia en la consulta del psicólogo, por favor.
Ahora sólo tengo que ponerme a escribir, producir y representar una historia que me acompañaba desde hace mucho tiempo, y eso cae este año fijo. Seguramente nunca pasará por el teatro Apolo de Almería, pero llegará a otras salas… Y, ahora por fin, ya he cerrado el argumento. Tendrá el mismo título de antaño y cuento con la posibilidad de un reparto de ensueño. Tal y como está el patio será imposible conseguir una subvención, pero con la raza de algunas personas que me rodean tendré más potencial que el que pueda dar el dinero. Llegaremos tan lejos en nuestro viaje de creación que nos quedaremos exhaustos y con el corazón en carne viva, que es lo que realmente nos gusta. Haremos un viaje sin retorno y sin ninguna protección al epicentro de un tipo de dolor… A veces me pregunto qué hace la gente con su dolor, porque yo siempre he tenido al teatro para darle forma, para intentar comprenderlo, y por eso siempre he sido honesto con el teatro, porque todavía no me ha fallado. Y no estoy hablando de una relación basada en planteamientos terapéuticos… La terapia en la consulta del psicólogo, por favor.
Si
el día de reyes tuvieron la indecencia de quitarme los regalos de año nuevo, el
día 7 me dieron al menos 2 buenas noticias, una en especial, pero esto no eran
regalos, sino recompensas al duro trabajo… Me vuelve a sorprender la capacidad
de contraste que tiene la vida. Así que si decido continuar con este blog y
centrarlo en mi actividad teatral tendremos unas cuantas ocasiones más de
encontrarnos a lo largo de 2014… De momento, y a mi pesar, vuelvo a tener 15
años, o más bien 18, que hay cosas para las que mejor ser mayor de edad, pero sé más cosas que entonces, podríamos hablar de una "adolescencia terminal" informada, ¡que Dios nos pille
confesados!
¡¡¡FELIZ
2014!!!
Tomando un respiro a las 7 de la mañana del día 1, antes de un imprevisto segundo "round". |